Uno cruza España de norte a Sureste y evita tomar cafés de carretera, más que nada por evitar el previsible efecto laxante y el amargor que arruina toda una comida. Llego a Murcia y de pronto las tazas son como las italianas o las portuguesas, lo cual ya augura un producto previsiblemente bueno. Y lo mejor es que raramente se paga más de un euro por uno de estos excelentes cafés, incluso sentado, cosa que no ocurre en Italia, donde es sencillo pasar de uno a cuatro o más euros solo por el hecho de sentarse (en terraza ya ni te cuento).
Para los aficionados al café Murcia es un buen destino turístico si no puedes prescindir de un buen café a cualquier hora. Que conste que no es la única provincia donde pasan estas cosas, ya que en Huelva se suele cuidar el producto.
