De vez en cuando uno tiene suerte y se encuentra con agradables sorpresas como "Signorvino", una cadena de tiendas-restaurante extendida por el norte de Italia.
Mi experiencia se refiere al Signorvino de Brescia, ubicado en la Piazza de la Vittoria, el puñetero centro de la ciudad. El local ya llama la atención desde un primer momento porque es de esos con diseño y estética pijo-fashion que inicialmente podría echar para atrás, simplemente viendo el público tan selecto que frecuenta el restaurante. No obstante, un vistazo a la carta descubre una selección de platos de cada una de las regiones italianas a precios más baratos que los de una trattoría o de restaurantes con menos pretensiones.
Para los que disfrutamos con el vino, la oferta no puede ser mejor. Los vinos de la tienda pueden degustarse en la mesa al mismo precio que si los llevamos a casa. Hay una selección de vinos por copas pero casi compensa tomar la botella entera porque sale más a cuenta.
Durante los varios días que pasamos en la ciudad, frecuentamos el local para ir conociendo detalladamente los platos regionales y algunos vinos blancos que desconocíamos por completo, ya que estamos acostumbrados a los Albariño y Chardonnay.
Las raciones de comida son bastante generosas para el precio y abundan los platos asequibles, con las carnes a menos de 20 euros. Se cobra cubierto y el servicio de pan no es de lo mejor que se podría esperar, pero aún así está por encima de la media nacional, que no es muy alta si comparamos con Portugal o Francia.
El menú se renueva periódicamente aunque suelen conservarse algunos de los platos con mayor demanda. En cuanto al personal, de lo mejorcito, con una simpatía arrolladora y sincera, muy dispuesto a satisfacer al cliente y sin buscar la propina, que es algo que por allí no se lleva. En ciertas fechas es conveniente reservar.
Aunque teóricamente puedes pedir cualquier vino, los que se encuentran a la temperatura de servicio adecuada son los que aparecen en la carta. Si quieres otra botella, probablemente estará calentuza. También se puede reservar una botella de un día para otro por si te apetece mucho.
El único punto negativo es que el aire acondicionado del restaurante no llega a enfriar el ambiente tanto como para que esté fresquito. Si fuera hay 34 grados, dentro estará a 28, lo que puede ser soportable si eres canario o murciano, pero un asturiano podría licuarse en minutos.
Los postres dan la talla por calidad pero no por variedad, lo que también es muy habitual en Italia. Naturalmente el café es inmejorable, como no podía ser de otra manera.
Nos encontraremos a Signorvino en sitios como Florencia, Milán y Verona. El concepto es en plan "macdonalización" de la gastronomía y está muy conseguido. La idea de ofrecer platos de diferentes regiones es muy atractiva para un extranjero y la clientela local no parece precisamente decepcionada. Los ingredientes son de alta calidad y de producción controlada. El aceite que presentan para las ensaladas es de altísima gama.
Lo que sí me desconcertó un poco fue que casi siempre me preguntaban qué iba a beber antes de traer la carta de vinos; supongo que sería para traer copa o vaso.
Hay que darles una oportunidad en una visita a Italia. Toda la información en http://www.signorvino.com
Mi experiencia se refiere al Signorvino de Brescia, ubicado en la Piazza de la Vittoria, el puñetero centro de la ciudad. El local ya llama la atención desde un primer momento porque es de esos con diseño y estética pijo-fashion que inicialmente podría echar para atrás, simplemente viendo el público tan selecto que frecuenta el restaurante. No obstante, un vistazo a la carta descubre una selección de platos de cada una de las regiones italianas a precios más baratos que los de una trattoría o de restaurantes con menos pretensiones.
Para los que disfrutamos con el vino, la oferta no puede ser mejor. Los vinos de la tienda pueden degustarse en la mesa al mismo precio que si los llevamos a casa. Hay una selección de vinos por copas pero casi compensa tomar la botella entera porque sale más a cuenta.
Durante los varios días que pasamos en la ciudad, frecuentamos el local para ir conociendo detalladamente los platos regionales y algunos vinos blancos que desconocíamos por completo, ya que estamos acostumbrados a los Albariño y Chardonnay.
Las raciones de comida son bastante generosas para el precio y abundan los platos asequibles, con las carnes a menos de 20 euros. Se cobra cubierto y el servicio de pan no es de lo mejor que se podría esperar, pero aún así está por encima de la media nacional, que no es muy alta si comparamos con Portugal o Francia.
El menú se renueva periódicamente aunque suelen conservarse algunos de los platos con mayor demanda. En cuanto al personal, de lo mejorcito, con una simpatía arrolladora y sincera, muy dispuesto a satisfacer al cliente y sin buscar la propina, que es algo que por allí no se lleva. En ciertas fechas es conveniente reservar.
Aunque teóricamente puedes pedir cualquier vino, los que se encuentran a la temperatura de servicio adecuada son los que aparecen en la carta. Si quieres otra botella, probablemente estará calentuza. También se puede reservar una botella de un día para otro por si te apetece mucho.
El único punto negativo es que el aire acondicionado del restaurante no llega a enfriar el ambiente tanto como para que esté fresquito. Si fuera hay 34 grados, dentro estará a 28, lo que puede ser soportable si eres canario o murciano, pero un asturiano podría licuarse en minutos.
Los postres dan la talla por calidad pero no por variedad, lo que también es muy habitual en Italia. Naturalmente el café es inmejorable, como no podía ser de otra manera.
Nos encontraremos a Signorvino en sitios como Florencia, Milán y Verona. El concepto es en plan "macdonalización" de la gastronomía y está muy conseguido. La idea de ofrecer platos de diferentes regiones es muy atractiva para un extranjero y la clientela local no parece precisamente decepcionada. Los ingredientes son de alta calidad y de producción controlada. El aceite que presentan para las ensaladas es de altísima gama.
Lo que sí me desconcertó un poco fue que casi siempre me preguntaban qué iba a beber antes de traer la carta de vinos; supongo que sería para traer copa o vaso.
Hay que darles una oportunidad en una visita a Italia. Toda la información en http://www.signorvino.com