
Acabo de regresar de una estancia en Tenerife y La Gomera con la impresión de que he tomado los peores cafés de mi vida. Algunos he tenido que dejarlos enteros en la taza tras el primer sorbo y otros ni siquiera los he probado después de haberlos olido. También me he tragado algunos y con la sensación de haber ingerido bebedizos infumables. Curiosamente los únicos potables eran de desayuno de hotel, unos sin marca conocida o otros felizmente elaborados en cafetera Nespresso para hostelería.
No es que todos los cafés que se puedan tomar en Canarios sean pésimos pero es muy complicado encontrarlos aceptables. En la calle hay que recurrir a cafeterías que ostenten distintivos de marcas reputadas tipo Segafredo o Illy, con lo que la calidad está garantizada. Tomar un café cualquiera era una maniobra arriesgada.
Tampoco es que en la península seamos el gran paraíso de café pero el archipiélago baja las cotas de calidad a niveles insospechados.
Hablando con empleados de bares y restaurantes me entero de que la causa reside en el tipo de café y en la modalidad de tueste, que da un sabor entre agrio y muy amargo, complicado de endulzar. El gusto local no coincide con el del resto del país y por supuesto mucho menos con el mundial. Un camarero portugués me dijo que no había tenido más remedio que comprarse una Nespresso y una recepcionista de la misma nacionalidad afirmaba recibir el producto por correo desde su país. Ni me imagino lo que dirán los italianos. Los camarareros locales reconocían que el café que servían era pésimo.
Y yo que creía haber tomado los peores cafés del mundo en Francia...
Las autoridades de turismo de las islas deberían ponerse seriamente sobre el asunto para mejorar la calidad que ofrecen a sus visitantes. Los últimos días sencillamente renuncié a tomar café más que nada para no cabrearme y no estropear el buen sabor de la comida.
También podría hablar de la mediocre calidad del pan pero eso ya es otra historia. Espero que alguien haga algo al respecto.