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Restaurante Arbidel, Ribadesella, Asturias.



El de la foto es Jaime Uz, el cocinero. La sonrisa de la foto es la misma que exhibe diariamente.

Comer muy bien sabiendo de antemano lo que vas a pagar es algo que valoro mucho. No quiero sorpresas con la cuenta y además me encantan los menús de degustación en los que hay varios platos muy diferenciados en los que la cocina demuestra sus habilidades sin usar foie o bogavantes.

Al cocinero ya lo conocía previamente porque empezó trabajando en Casa Abelardo, también de Ribadesella, pero se ha independizado y está triunfando en su nueva aventura con el Restaurante Arbidel, que por cierto toma su nombre de un personaje de una obra poética en bable del poeta local Pin de Pría.

En una ventosa noche de marzo decidimos probar suerte con este restaurante aunque ya apostábamos sobre seguro de mano, puesto que la labor del cocinero en otras plazas dejaba claro que no podía fallar y evidentemente no sólo no lo hizo sino que triunfó con contundencia. Curiosamente al entrar vimos que había comensales conocidos nuestros de los que siempre van a los mejores sitios.

Elegimos un menú de 25 euros con vino incluido y que constaba de los platos que menciono a continuación.

Aperitivo de la casa. Nos sirvieron una espuma de tomate con varios aliños y crujiente de ibérico que resultó bastante desveladora de lo que vendría a continuación, es decir, muy buena elaboración y excelente presentación-

Crema de cigalas con frutos del mar. Te la sirven deconstruida, o sea, en el plato sopero vienen los ingredientes sólidos y posteriormente se les derrama encima el líquido. Aquí ya se iba demostrando el nivel sobrado. El sabor era adictivo y el plato estaba conseguidísimo. Todo un plato marinero de aupa.

Ensalada de codorniz con agridulce de mostaza y soja. Se trata de un muslito de codorniz crujiente con una ensalada de canónigos potenciada por las salsas. Me resultó algo fuerte pero reconozco que estaba muy conseguida.

Bacalao con pil-pil de setas de temporada. El taco de bacalao estaba en su punto y las lascas brillaban. El acompañamiento resultó mucho más apropiado de lo que pudiera parecer a priori. Ya estábamos llenos pero todavía quedaba un plato.

Repollo relleno de Ibérico y crujiente de manitas. Aunque el nivel fue muy alto desde el principio, lo mejor llegó al final y el plato fue antológico. Casi no hace falta el crujiente porque carne, verdura y salsa maridan de cine.

Minestrone de frutas a la menta con helado de limón. Se sirve en copa y se convierte en un excelente cortante para pasar a los postres porque es una buena transición entre lo salado y lo dulce. Notable.

Torrija caramelizada con crema de piña y sorbete de naranja. La presentación es de foto pero no llevaba cámara. El helado finísimo y un conjunto precioso estéticamente.

El vino que iba incluido con el menú era Coto de Hayas, del cual tomamos blanco y rosado (éramos dos parejas), que cumple a la perfección su cometido de maridaje con los platos. Me encanta esa bodega porque hace productos fenomenales a precios inverosímiles.

El pan se sirvió en una cestita con varias especialidades recién horneadas y hay que darle buena nota, lo mismo que al café, que se servía en tazas muy apropiadas.

Lo bueno es que el servicio está a la altura de la comida y del coqueto local. El personal es muy amable y correcto en todo momento, desde que entras hasta que te vas.

Ahora tendré que volver a tomar otro de los menús o bien a explorar la carta detenidamente, preferiblemente antes de que lleguen los agobios veraniegos.

El restaurante no tiene web propia pero toda la información sobre cartas y menús la tenemos en este enlace. Por cierto que nos puede pasar completamente desapercibido en un paseo por Ribadesella ya que no se halla ni en primera linea de mar ni en las calles comerciales más anchas sino en uno de esos rincones recoletos y con encanto, en la Calle Oscura y detrás de la carnicería Aramburu, que aunque no venga a cuento tiene una decoración soberbia.

El restaurante Arbidel es ya visita obligada para cualquier viajero que pase por la villa marinera de Ribadesella. No hay más que echar una ojeada a estas críticas de gente que ha comido allí.

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