
En esta vida no todo van a ser ostras y foie. De vez en cuando apetece un sencillo sandwich de jamón y queso, pero no hay motivo para que siempre deba ser clónico. Hasta en esto se puede innovar y con bajo coste.
Para empezar pasaremos de la famosa sandwichera, que es un artilugio de complicada limpieza y donde siempre queda algo de grasa. Un sandwich chulo y molón se puede hacer en el horno. Lo ideal es precalentar el horno unos minutos y no utilizar ninguna bandeja en especial, sino símplemente papel de aluminio. El que quiera puede usar una fuente de pirex, que luego tendrá que limpiar, mientras que el papel tipo Albal se tira y ya está.
Huiremos de la forma cuadrada de siempre. Lo mejor es comprar uno de esos panes tipo hogaza castellana que ya vienen loncheados y encima son de larga conservación. Conseguiremos una forma ovalada que tiene muchísima más gracia.
La clave está en el tipo de queso y en el embutido. No seremos tan cutres como para comprar cualquier cosa etiquetada como "sandwich". Hoy en día se consiguen quesos loncheados tan variados que se puede convertir el sandwich en un plato casi de gourmets. Tenemos desde Emmental hasta Fol Epi pasando por Cheddar, Manchego, de cabra, ahumado de Pría, etc. Hay que incluir dos quesos distintos en el sandwich. Lo mismo es aplicable al jamón cocido, tradicionalmente conocido como de York. Qué menos que dar un papel al salami o a la mortadela y combinarlo con lonchas de pollo o pavo. Lo ideal es que haya también dos tipos en cada sandwich.
Primero embadurnaremos una cara de la loncha de pan con mantequilla, preferentemente salada. Luego colocaremos una primera capa de queso, una primera de embutido y después repetiremos el proceso variando el tipo de producto. Sobre la loncha de pan que corona el plato podemos echar queso del que se vende para pizza, que se fundirá derramándose ligeramente. Otra opción es poner mantequilla, pero teniendo en cuenta que al servir el sandwich lo coronaremos con una generosa capa de Philadelphia. Lo fresco con lo caliente armoniza de cine.
Si queremos dar un toque maestro se puede sustituir la mantequilla por aceite de oliva.
La incorporación de un tercer piso al sandwich es un golpe de efecto y se logra un bocado de gran tamaño, pero hay que tener en cuenta que los quesos del centro ya no se funden tan bien.
Un añadido extra pueden ser los pimientos, que previamente pueden pasarse por la sartén. Se añaden encima del todo o en el medio, a elegir.
El sandwich pasa ahora a ser un plato y hay que comerlo con cuchillo y tenedor grandes. El mejor acompañamiento siempre será una buena cerveza.