
El turrón no parece un producto español. Tiene una forma regular y es fácilmente apilable y almacenable. Tarda muchísimo en caducar y aporta una cantidad de energía bestial. El turrón parece un producto alemán, con tanta perfección. Y lo curioso es que parece relegado a las navidades cuando puede degustarse todo el año. Llega el tiempo del turrón y los supermercados se ven invadidos con nuevas especialidades. Ya nada es como antes. Antigüamente había del duro y del blando. Luego llegaron el de yema y el de chocolate. Ahora se pueden encontrar infinitas variedades para todos los gustos, que si chocolate con guindas al licor o crema catalana. Sólo falta el de chirimoya con ajonjolí y tropiezos de Boletus, que todo llegará.
Pero no escribo para filosofar sino para ofrecer algo de información práctica basada en la experiencia. Me he pasado definitivamente al turrón en porciones individuales. Puede que salga un pelín más caro pero aporta infinitas ventajas. Acabar una tableta convencional en una vivienda donde reside una pareja lleva cierto tiempo y cuando hay invitados siempre abundan ciertos turrones mientras que escasean otros. Todos conocemos la bandeja de los turrones abandonados que nos ofrecen en las visitas a otros domicilios, compuesta de todos los trozos que nadie se ha querido comer. Curiosamente el producto aguanta semanas sin síntomas de deterioro y a veces acaba en la basura por aburrimiento.
Con las monodosis o raciones pequeñas hay mucha más higiene y siempre se consume lo que hace falta, mientras que el resto permanece disponible para cualquier momento. Nada se desperdicia y encima no nos pringamos nada con la grasa. En general el turrón no es un producto caro y con las monodosis sobrantes nos podemos aprovisionar para ir de excursión, para la merienda de los niños, para tener en una bandeja de cortesía, etc. Además siempre sabes cuánto estás comiendo.
En los hipermercados hay una variedad terrible. He probado últimamente los turrones de Lidl con este formato y me han encantado. La misma recomendación vale para el resto de productos navideños, como mazapanes, empiñonadas, etc.
Las fotos que ilustran el artículo pertenecen a un par de marcas con glamour, aunque el consumidor tiene mucho donde elegir en una amplia horquilla de precios. Hágame caso, no será más ecológico pero es lo más práctico.