Ya hace meses que siempre dispongo en la mesa estas galletas gallegas cada vez que hay que degustar algo untable, con y notorio deleite de los comensales. Reconozco que me pasaron desapercibidas unas cuantas veces en el supermercado, más que nada porque el apelativo de "marineras" parece sugerir que tengan sabor a pescado. Resulta que esa denominación procede del uso que se les daba en los barcos pesqueros, ya que sustituían al pan de miga durante los largos desplazamientos marítimos. Se trata un producto con una caducidad muy larga y sin muchos secretos en la composición pero con alta calidad en los ingredientes, al más puro estilo gallego.
Lo que me extraña sobremanera es que no se hayan posicionado mejor, dada la polivalencia del producto. Pesan poco y sacian mucho, no se ablandan y aguantan perfectamente la presión del alimento que les coloquemos encima sin romperse; además tienen un sabor casi neutro, con lo que no roban protagonismo a los productos con los que se sirven.
En esencia vienen a ser parecidas a las galletas de Mallorca que se comercializan bajo las marcas Gori de Muro y Queli, pero mucho más finas y aplastadas, a la vez que levemente más extensas en superficie, lo que les facilita colocar más chicha encima.
Inicialmente parece que es uno de esos productos que conviene tener siempre en la despensa, porque te sacan de muchos apuros y son ideales para una cena de picoteo. Las puedes dejar en una cabaña del monte como alimento de emergencia o llevarlas de excursión campestre, porque lo que sobra nunca se tira y queda bien cerrado para otra ocasión. A los niños les encantan y además tienen unas cuantas variedades para todos los gustos; las hay sin sal, integrales, con chía, especiales de bocado, etc.
Me haría mucha ilusión que estas galletas de Galicia fueran desterrando definitivamente a los biscotes que suelen acompañar a los pasteles de pescado en demasiados restaurantes. Supongo que la hostelería contribuiría a popularizar por todo el territorio nacional estas galletas que considero de muy alta calidad. En cuanto al precio, por menos de dos euros ya tienes un paquete que dura más de lo que te imaginas. Como producto gastronómico gourmet está al alcance de todo el mundo y la gama de posibilidades de acompañamiento es infinita.
Están fabricadas en España, obviamente, en Chantada, provincia de Lugo, por españoles que contribuyen a la economía del país y al prestigio de los productos de su tierra.
Desgraciadamente no venden directamente al público así que tendrás que buscarlas en el supermercado o en tiendas online.
Lo que me extraña sobremanera es que no se hayan posicionado mejor, dada la polivalencia del producto. Pesan poco y sacian mucho, no se ablandan y aguantan perfectamente la presión del alimento que les coloquemos encima sin romperse; además tienen un sabor casi neutro, con lo que no roban protagonismo a los productos con los que se sirven.
En esencia vienen a ser parecidas a las galletas de Mallorca que se comercializan bajo las marcas Gori de Muro y Queli, pero mucho más finas y aplastadas, a la vez que levemente más extensas en superficie, lo que les facilita colocar más chicha encima.
Inicialmente parece que es uno de esos productos que conviene tener siempre en la despensa, porque te sacan de muchos apuros y son ideales para una cena de picoteo. Las puedes dejar en una cabaña del monte como alimento de emergencia o llevarlas de excursión campestre, porque lo que sobra nunca se tira y queda bien cerrado para otra ocasión. A los niños les encantan y además tienen unas cuantas variedades para todos los gustos; las hay sin sal, integrales, con chía, especiales de bocado, etc.
Me haría mucha ilusión que estas galletas de Galicia fueran desterrando definitivamente a los biscotes que suelen acompañar a los pasteles de pescado en demasiados restaurantes. Supongo que la hostelería contribuiría a popularizar por todo el territorio nacional estas galletas que considero de muy alta calidad. En cuanto al precio, por menos de dos euros ya tienes un paquete que dura más de lo que te imaginas. Como producto gastronómico gourmet está al alcance de todo el mundo y la gama de posibilidades de acompañamiento es infinita.
Están fabricadas en España, obviamente, en Chantada, provincia de Lugo, por españoles que contribuyen a la economía del país y al prestigio de los productos de su tierra.
Desgraciadamente no venden directamente al público así que tendrás que buscarlas en el supermercado o en tiendas online.